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Relaciones espurias

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A veces las situaciones más insólitas nos brindan lecciones inigualables. Entre quienes nos dedicamos a las ciencias sociales no podemos si no quedarnos pasmados ante algunos estudios que, en un alarde de inventiva, nos sugieren explicaciones contra todo sentido común. Que podamos salvar de la quema a una exquisita minoría no nos libra del esfuerzo de cribado que, para mantener nuestra cabeza en su sitio, debemos aplicarle al resto. Hay demasiados fuegos artificiales en un entorno donde todo aspirante a un puesto laboral intenta brillar como sea y cualquier atajo puede servir en el intento.

Pensemos en el caso de un granjero soltero y sin ascendientes vivos o descendientes conocidos. Posee perros, ovejas, conejos y gallinas, además de cultivar algunos árboles frutales y una huerta próspera durante todas las estaciones del año. Los aperos de trabajo, la vivienda que habita y las tierras que la rodean son también de su propiedad. Un día recibe la visita de un ingeniero que está realizando su tesis doctoral. La fascinación del joven estudioso por la simple y eficiente explotación granjera es tal que enseguida comienza a hacer observaciones y mediciones de todos sus componentes.

Fiel al paradigma de pensamiento que le ha reportado buenas calificaciones durante sus estudios, el ingeniero se propone encontrar las causas de la producción resultante. Primero divide a todas las especies animales y vegetales implicadas. Después estima su tasa de crecimiento y reproducción a lo largo de los años, preguntándole al granjero puesto que él no podría permitirse el lujo de una observación demasiado prolongada para verificar que son ciertos. Como tiene prisa y muchas ganas por aportar una perspectiva novedosa sobre el asunto, encuentra sin mayores problemas de cálculo que la persistencia de los perros se correlaciona muy intensamente con el saldo de ovejas, conejos y gallinas una vez que se descuentan los ejemplares consumidos por el granjero, los que ha vendido, los que ha regalado y los que han muerto por enfermedad. No hay ninguna duda: la posesión constante de perros es la causa de la producción provechosa de los otros animales que sirven para la alimentación.

Ni corto ni perezoso, redacta su hallazgo en el lenguaje propio (abstruso) de la profesión, consulta brevemente a su mentor académico (que le dedica sólo unos minutos pues está muy ocupado) y, sin más dilación, lo envía para que se publique en una revista académica. Sabe que la granja es un sistema complejo, pero que la ciencia necesita descubrir relaciones causales simples y prístinas. Después de la euforia inicial, al cabo de varios meses recibe unas críticas demoledoras por parte de tres evaluadores anónimos. Antes de responderlas y de rectificar su artículo, decide ir a despedirse del granjero y agradecerle su colaboración. Sin embargo, se encuentra con la sorpresa de que se está construyendo una urbanización de viviendas unifamiliares adosadas en el lugar donde se hallaba antes la granja. Después de preguntar por la zona, algunos vecinos le cuentan que los terrenos iban a ser expropiados por la fuerza por lo que el granjero se avino a una negociación con la promotora inmobiliaria y pactó un precio de venta.

¿Cómo podría comprobar alguien ahora que sus hallazgos tenían una base empírica real? ¿Por qué desaparecen de un día para otro formas de explotación como aquella, que son casi como un laboratorio natural? Bueno, es el precio del progreso, se decía para sí con una actitud resignada pero sin perder su optimismo habitual. Seguro que todo el mundo había salido beneficiado del cambio de actividad. La cuestión más espinosa era su artículo científico. ¿A quien le puede importar la relación entre los mejores amigos del hombre y la producción autosuficiente de alimentos habiendo granjas industriales por doquier?

Cabizbajo, vuelve a dar un paseo por los aledaños de las obras en marcha. Piensa en el precio potencial y efectivo de la granja, en el mercado local y de exportación de las frutas, en la aportación de trabajo temporal que a veces contrataba el granjero, en los costes que le supondría la emigración a una ciudad próxima, la cantidad de alimento y de energía que empleaba cada especie, la opinión del vecindario ante la ordenación territorial, y así en otros tantos factores que, a fin de cuentas, se correspondían mejor con su intuición de que todo aquello ante sus ojos contenía variadas e intrincadas relaciones de coexistencia entre sí.

Milagrosamente recuerda uno de los libros de texto que tuvo que memorizar años atrás y, eureka, decide que su próximo objetivo será mostrar en un modelo complejo de ecuaciones toda la cadena de causalidades entre esos factores. Por supuesto, no piensa abandonar su original propuesta de análisis puesto que estaría en el centro del modelo de forma privilegiada. La respuesta a las críticas recibidas sería apabullante pues reforzaría aún más su argumento, añadiendo más datos y suposiciones racionales. Ya tiene en mente un título posible para su trabajo: "Fuentes caninas de la producción alimentaria como mediadores del valor virtual de la edificación."

Published: 17 March 2014
Keywords: Theory